He encontrado este cuaderno al fondo de mi mochila, en un momento de aburrimiento donde me puse a revisarla para matar el tiempo. Mis padres escribieron, con esa caligrafía hermosa de la que tanto les gusta presumir, “Te hemos comprado este cuaderno para que anotes todas tus aventuras en él. Créenos, es entretenido escribir lo que te ha pasado, y además te servirá para cuando quieras escribir tu autobiografía”. Gracias Arceus, por darme unos padres tan considerados. ¿Qué, se esperaban una nota más poética? Bah, mamá y papá carecen de sentido poético. O al menos no lo usan muy a menudo.
Así que, después de pasar un buen rato haciendo la portada y atendiendo a entrenadores que me retan a combates pokémon que no puedo librar porque no tengo ninguno, he empezado a escribir. Puedo distinguir los edificios de Ciudad Provento ―aparentemente, la capital de Voken― por la ventana. ¡¡Es tan emocionante!! Pero lo que mas me emociona es que pronto podré salir del barco. Estar quieta en un mismo sitio ―por más que el barco sea grande― mucho rato no es mi estilo.
¡¡La mujer de megafonía dice que ya podemos salir!! ¡¡YAHOO!!
He recibido a mi primer pokémon ―el primero realmente mío, al menos―. Es una pequeña Vulpix, y es una ternura… o al menos estoy segura de que lo es, porque todavía no la he sacado de la pokéball. Me da nervio que se pierda ―o que ella me pierda a mí― en la ciudad, y digamos que Provento no es muy pequeña. ¡¡Me muero de ganas de conocerla!! Y de ponerle un nombre. Debe tener un nombre con glamour y personalidad, que exprese toda su genialidad… aunque no se me ocurre ninguno. Siempre he sido mala para los nombres. Necesito un chispazo de inspiración.
Oh, y he conocido a la Jueza Principal del Centro de Coordinación. Se presentó como Efe, pero en el folleto dice que se hace llamar F.H. ―No, no dice su nombre real. ¿Cómo creen que se llame? ¿Fay Hausen? ¿Fuyuko Hitachiin?―, y su único pokémon es un Ditto muy tierno. ¡Es tan genial! Es como la hermanita menor que siempre quise tener. Me bajó un poco el autoestima que siendo más pequeña ya fuera jueza de un centro, pero venga, no hay porque traumarse por eso. ¡No importa que haya empezado tarde, muy pronto estaré a su nivel ―o más―!
Decidí ir a la tienda a por provisiones. Padre siempre lo decía: “Es mala idea andar por allí sin objetos curativos, nunca se sabe que tan lejos se estará del Centro Pokémon en una emergencia”.
Creo que dejaré de usar escote una temporada. O al menos cuando entre a esa tienda, porque casi toda la ropa que llevo en la mochila tiene escote.
Tal como escribí hace un rato, hice una parada en la tienda. He conocido a Takumi ―un chico de cabello verde que aparentemente es entrenador― y a su Totodile ―que mata de la risa con su hiperactividad―, ya que también estaban de paso por la tienda. Más allá de haber gastado más de la mitad del dinero en pokéballs y pociones, de haber tomado una fotografía genial a Totodile y de contener mis instintos asesinos normalmente escondidos hacia el vendedor, no ha pasado nada muy interesante.
Ahora sí, voy a la Ruta 1. ¡Conoceré a mi pokémon! ¡Estoy tan emocionada!
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